Antonio Piñero, experto en cirugía de mama: «El mejor momento para hacerse una exploración mamaria es en los diez días después de la última regla»

Por Administrador SESPM

Antonio Piñero, experto en cirugía de mama: «El mejor momento para hacerse una exploración mamaria es en los diez días después de la última regla»

Fuente: www.lavozdegalicia.es

La mama no deja de ser otro órgano, por lo que cualquier actuación de salud que hagamos sobre el organismo va a repercutir en él y viceversa: todas las actuaciones que se hagan en la mama van a repercutir en el organismo». Son palabras de Antonio Piñero Madrona, especialista de la unidad de cirugía de la mama del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca y Presidente de la Sociedad de Senología y Patología Mamaria (SESPM). Conversamos con él sobre exploraciones mamarias, signos de las mamas ante los que se debe estar alerta, la importancia de asistir al cribado contra el cáncer de mama y sobre si una mujer debe (o no) utilizar con frecuencia el sujetador.

—¿Qué es lo que más les preocupa a las mujeres sobre la salud mamaria?

—Creo que lo que más preocupa hoy en día a una mujer en salud mamaria es padecer cáncer. Pero, afortunadamente, no es la patología más frecuente. No obstante, es importante actuar para prevenir problemas y para mantener la calidad de vida. Los factores que influyen en que podamos tener o no enfermedad son de dos tipos: ante los primeros no podemos hacer nada y, por tanto, no vamos a poder manejarla (por ejemplo, el grado de heredabilidad de las enfermedades); sobre los segundos, sí podemos hacer algo. Por ejemplo, evitar la exposición a los tóxicos. Cualquier situación que permita evitar la enfermedad de la mama y mejorar la calidad de vida de la mujer será una buena medida.

En cualquier caso, en relación con los factores sobre los que no podemos actuar, lo que sí podemos hacer es la prevención secundaria. Es decir, tratar de detectar lo antes posible cuándo una mujer puede padecer un cáncer. Los programas de cribado de detección precoz van en ese sentido.

 —¿La mujer debe realizarse exploraciones mamarias con frecuencia?

—Ahí estaríamos, precisamente hilando con lo que hemos dicho: intentar detectar la enfermedad antes de que surja. Para eso puede ser útil la exploración mamaria. El problema es que en la edad fértil, la mama sufre una serie de cambios que pueden hacer que la mujer en la autoexploración se asuste innecesariamente. ¿Hay que hacer exploración de la mama de las mujeres? Sí. ¿Todo el mundo debe hacerla y con la misma frecuencia? Yo pienso que no. Debe hacerla fundamentalmente aquella mujer en riesgo de padecer cáncer de mama. Por ejemplo, una mujer que tiene unos antecedentes familiares muy marcados; pues si su madre tuvo cáncer, una tía suya y unas primas tienen cáncer de mama, etcétecera. Ahí sí. Para eso están las unidades de valoración de riesgo en el servicio público de salud. Si se determina que hay un riesgo aumentado, una de las medidas es que esa paciente, mensualmente, se explore. Siempre en el mejor momento, que es después de haber tenido la regla y antes de la ovulación. Es decir, una semana o diez después de la última regla. 

—¿Cómo debe ser esta autoexploración?

—Siempre en posición tumbada. La paciente tiene que estar acostada, de espaldas, algo inclinada hacia el lado contrario de la mama a explorar, de forma que esta quede en la parte más alta. Con la mano del otro lado y manteniendo el brazo de la mama a explorar por encima de la cabeza, se debe palpar contra la pared torácica haciendo círculos. De esta manera es más fácil que no pase desapercibido un nódulo nuevo que si se explora de pie o «apretando» entre los dedos. Se debe ser metódica y estar pendiente a signos que puedan tener relevancia. Así que, sí, autoexploración, pero bien hecha y en edades de riesgo de padecer cáncer de mama o de buscar cambios que tengan que ver con el cáncer de mama.

—¿Cuáles son los signos a los que se debe estar alerta?

—A cualquier cambio llamativo. Sobre todo, derrames por el pezón. Cuando un pezón mancha, uno o los dos, pero sobre todo si es uno de ellos, y si lo que sale es de color hemático (sangre) o seroso (como si fuese agua), hay que consultar. Porque esos derrames, sobre todo si no se han dado nunca, puede estar indicando patología del sistema de los conductos. Si se nota un bulto en el período premenstrual (antes de la regla), sería conveniente esperar un ciclo o dos y ver si varía. Si no varía, hay que consultar. Si varía, normalmente tiene que ver con cambios hormonales. De todas forma, ante la duda, es preferible consultar. Un tercer punto importante son cambios en el contorno de la mama o de la zona de la areola y del pezón, sobre todo las retracciones o hundimientos de la piel, la areola o el pezón. Así, observarse formaría parte de la autoexploración a la que nos referíamos antes y, en este caso, cualquier mujer puede observarse periódicamente sin dificultad.

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Cinthya Martínez – La Voz de la Salud

 

—¿Existe una edad en la que las mujeres tengan que preocuparse más por su salud mamaria o es algo que debe hacer la población femenina en general?

—Habitualmente realizamos revisiones de diferentes órganos y sistemas como la vista o los dientes. Hacemos citologías periódicas. La mama no deja de ser un órgano más. En este sentido, hay dos situaciones en las que podría considerarse que las revisiones deben estandarizarse y realizarse de forma más sistemática. Una es el caso de las mujeres que pertenecen a familias de alto riesgo o a las que, incluso, ya se les ha diagnosticado con alguna prueba genética que tengan ese mayor riesgo. En este caso, se aconseja empezar las revisiones diez años antes de la edad que tenía la mujer más joven de la familia cuando fue diagnosticada de cáncer. Por ejemplo, si en una familia existe una mujer cuya madre fue diagnosticada de un cáncer de mama a los 50 años, una tía materna a los 55 y otra a los 49, esa mujer en cuestión debería empezar a vigilarse más sistemáticamente la mama a partir de los 39 años. La forma de seguimiento dependerá de la edad, las características de la mama y la «carga» de peligro de padecer cáncer en esa familia, que se establecerá por el especialista correspondiente. Pero ese punto es importante: pacientes de riesgo en familias de riesgo, diez años antes de la edad de la mujer que lo ha padecido más joven.

El segundo punto, y este ya es más para la población en su conjunto, es la edad clave que corresponde al programa de screening. Los cribados poblacionales, para la detección precoz del cáncer de mama, son programas que, normalmente, se llevan a cabo dentro del Sistema Nacional de Salud y consisten en hacer mamografías periódicas para detectar que no haya ningún cambio en la imagen de esas mamas que pueda estar provocado por un tumor. Existen ligeras diferencias entre las comunidades autónomas en cuanto al rango de edad para indicarlas, pero, en general, se realizan mamografías cada dos años a partir de los 45 o 50 años. Se harán hasta que la mujer cumpla los 65 o 70.

—¿Qué importancia tiene el cribado?

—Aunque la opinión mayoritaria que tenemos es la utilidad del screening, y determinados estudios han demostrado que repercute en la supervivencia, es cierto que aún hoy para algunos autores, resulta controvertido. Hay quien defiende que la detección precoz tampoco tiene tanta importancia en la supervivencia. Pero también se puede aportar un argumento importante desde el punto de vista del tratamiento local, y es la posibilidad de abordar tratamientos menos agresivos cuanto menor es el tamaño de la lesión detectada. Así, cuando detectamos un tumor que aún es pequeño, es más factible conservar el pecho; si esperamos, podemos vernos obligados a hacer una mastectomía o cirugías más complejas.

 

—Antes me comentaba que, afortunadamente, el cáncer de mama no es la patología más frecuente entre las mujeres. ¿Cuáles son las más comunes?

—Afortunadamente, de cada cien pacientes que vemos en consulta por cáncer de mama, solo un 10 o un 15 % van a tener relación con el cáncer. El resto, y estamos hablando de un 85 o un 90 %, se trata de patología benigna. Esto no quiere decir que no sea importante, ya que este tipo de patología de mama incluso puede llegar a ser más molesta que la maligna. ¿Qué es lo que nos solemos encontrar? Que el motivo más frecuente de consulta son las mastalgias, el dolor en la mama. En medicina general, en atención primaria, lo raro es que no tengan a lo largo de la semana varias consultas por mastalgias o problemas funcionales relacionados con la mama. Pero estos casos tienen que ver con el ciclo normal de la mujer. Aquí entran también los casos de palpación de bultos, que en definitiva son quistes y que no tienen nada que ver con el cáncer. Pero son cambios morfológicos o de la estructura de la mama que generan preocupación.

También las infecciones, sobre todo en torno a la lactancia, que se conocen como mastitis, son casos relativamente frecuentes. De hecho, se ha descrito también una forma de mastitis más crónica, que no tiene nada que ver con la lactancia, que se da o se relaciona con el consumo de tabaco y algunas galactoforitis crónicas, que se pueden infectar y que también se ha visto que pueden tener relación con el tabaquismo. Todo eso son motivos de consulta muy frecuentes, pero que no tienen nada que ver con el cáncer de mama, hasta el punto de que hace unos años hablábamos de mastopatía fibroquística (el término mastopatía quiere decir enfermedad de la mama), sin embargo hoy en día se conoce como condición fibroquística. Se le ha cambiado el sustantivo de «enfermedad» por el de «condición», entre otras cosas porque no debería considerarse como enfermedad algo que le ocurre al 90 o 95 % de las mujeres.

Podríamos hacernos una mejor idea de lo importante que es la consulta por patología mamaria si consideramos que, en la actualidad, entre una de cada seis o una de cada ocho mujeres en los países desarrollados, y dependiendo del país, va a padecer un cáncer de mama a lo largo de su vida. Es una cifra rotunda. Una patología muy frecuente, pero solo una de cada 10 mujeres que consulta por sintomatología mamaria acabará diagnosticándose de cáncer.

Patología benigna común relacionada con la mama: 

  • Mastalgias, que es dolor en la mama.
  • Bultos que están relacionados con quistes, y no con cáncer de mama.
  • Infecciones en torno a la lactancia, también conocidas como mastitis.
  • Mastitis relacionada con el consumo de tabaco.
  • Galactoforitis crónicas.

 —Entre las mujeres, uno de los temas que más interés crea es el uso de sujetador. ¿Qué me puede contar usted sobre su uso? ¿Tiene algún inconveniente? 

—No hay ninguna evidencia de que el uso de sujetador se relacione con aparición de enfermedades de la mama. Ni benignas ni malignas. La mujer que utiliza sujetador no es más proclive a padecer un cáncer de mama, ni siquiera a enfermedades benignas. Ni al revés. Ni es bueno ni es malo. Esto se aplica a los modelos con aros, sin aros, con relleno, sin relleno, deportivos o lo que sea. Dicho eso, lo que es importante y recomendable es que la mujer sepa utilizar bien el mejor sujetador que se adapte a ella. No porque cree patología, sino porque su uso inadecuado o su elección inadecuada pueden crear molestias. Esta adecuación tiene que relacionarse tanto con la copa, como con el contorno. La copa debe adaptarse bien a la mama de cada mujer, el contorno, sobre todo si lleva aros, tiene que adaptarse bien a la parte del surco de la mama. Si esto no es así, se pueden producir compresiones en la zona donde se coloca mal, que puede dar molestias e incluso alteraciones de forma que, en ocasiones pueden reflejarse en las pruebas de imagen como hiperdensidades de la mama porque, por ejemplo, está comprimida durante mucho tiempo por un aro que no está en su sitio. Por eso, no es malo utilizar el sujetador, de hecho, la mujer debe utilizar el sujetador en función de su comodidad. Hay mujeres con el pecho muy grande que van más cómodas con sujetador, hay quienes duermen mejor si llevan sujeto el pecho, sobre todo en determinadas épocas del ciclo, como en las semanas previas a la menstruación. También puede ser que la mujer vaya más cómoda sin sujetador. Y no pasa nada.

Otro aspecto recomendado es utilizar un sujetador elástico cuando se hace deporte, con la idea de que no se produzcan microtraumatismos que puedan provocar cambios en la estructura interna de la mama. En estos casos, un sujetador elástico, tipo top, de deportista, para que la mama vaya sujeta y no se produzcan estos pequeños traumas, sería otro punto a favor del uso del sujetador a la hora de hacer ejercicio.

En definitiva, sujetador sí, siempre que se quiera y se esté cómoda con él, pero utilizando el adecuado y de la forma adecuada.

—¿Es recomendable el uso de cremas?

—La hidratación de la piel es importante. No solo de la piel de la mama, sino de la piel en general. Hidratar la piel de la mama es igual de importante que hidratar otras partes del cuerpo. Desde el punto de vista estético, para evitar que salgan estrías o determinadas manchas que se deben al envejecimiento prematuro de la piel; desde el punto de vista de la salud, para evitar pieles resecas más proclives a algunas enfermedades o a producir síntomas (eccema, picor). En todo caso, se trataría de realizar una hidratación estándar con cremas hidratantes adecuadas, sin la necesidad de cosméticos caros.

También hay que animar a las mujeres a que hagan ejercicio porque se ha visto que es beneficioso para evitar determinadas patologías, algunas de ellas relacionadas con el cáncer. Se tiene que evitar, después de hacer ejercicio, que queden zonas húmedas, especialmente en pliegues, que pueden provocar infecciones (hongos) en la parte del surco submamario, debajo de la mama. Hay que secarlo muy bien e hidratarlo convenientemente.

—Ya que me habla de hábitos saludables. ¿Qué otros recomienda que realicen las mujeres para salud de sus mamas?

—Para empezar, de una forma general, los hábitos higiénico-dietéticos saludables son buenos para la mama y para el organismo. Con lo cual, evitar el tabaquismo, evitar la ingesta de alcohol o el sedentarismo sabemos que beneficia la salud. Y también le va bien a la mama. Hay trabajos relevantes que nos dicen que la obesidad, sobre todo en determinados grupos de pacientes, cuando se conjuga con determinadas épocas de producción de hormonas por parte del ovario, puede ser un factor que favorece la aparición de cáncer. Por supuesto el tabaco, ya no solo por el cáncer. Antes hemos comentado que alguna enfermedad benigna de tipo mastitis tiene que ver con el tabaco en mujeres más jóvenes. El alcohol, también se ha relacionado, aunque con más controversia, con el cáncer de mama.

Pero los hábitos más ligados con la dieta o con la higiene que se relacionan con el cáncer de mama tienen que ver, fundamentalmente, con consumir productos que actúan en el organismo como si fuesen hormonas. Son sustancias que ingerimos porque están en los alimentos o incluso en el ambiente y, cuando se metabolizan dentro del cuerpo, se degradan y dan lugar a moléculas que tienen una actividad similar a los estrógenos. Los conocemos como xenoestrógenos, moléculas que van a actuar como estrógenos sin serlo. Estas sustancias, en conjunto, son lo que llamamos disruptores hormonales. Con ellos, la mujer, su mama, se ve expuesta a una cantidad mayor de estímulos “hormonales” que los normales fisiológicamente. Además, todos estos productos, por desgracia, son ubicuos, muy relacionados con la contaminación medioambiental;incluso con el procesamiento alimentario. Por ejemplo, los plásticos elaborados con polímeros (botellas, recipientes, envases,…), suelen sufrir una degradación que contamina el contenido y pasa al organismo; o el uso de plaguicidas y conservantes con los que se tratan los alimentos en el campo, o cuando se han procesado posteriormente. Todos ellos son elementos a evitar.

Por tanto, hablamos de hábitos saludables en general: hacer una vida sana, una alimentación equilibrada, evitar la obesidad y el sedentarismo, evitar el consumo de tóxicos y, en la medida de lo posible, la ingesta o la exposición a xenoestrógenos. Esto último puede ser especialmente complicado: hay que saber que existen y que están ahí, aunque debe reconocerse que es realmente muy difícil aislarse de ellos.

Por último y en este escenario de hábitos higiénico-dietéticos, esta el caso de las mujeres que lactantes, en las que son fundamentales los cuidados de limpieza e hidratación del pezón y la areola. Ya no solo para que el niño tenga una lactancia adecuada sino para evitar que se produzcan enfermedades como grietas o problemas locales que, no son enfermedades malignas, pero pueden ser muy molestas.

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