El ejercicio físico mejora la disfunción ventricular subclínica en supervivientes de cáncer de mama

Por Administrador SESPM

El ejercicio físico mejora la disfunción ventricular subclínica en supervivientes de cáncer de mama

Fuente: www.secardiologia.es

La población de mujeres supervivientes de cáncer de mama se ha incrementado notablemente en los últimos años debido a la detección precoz y la efectividad del tratamiento oncológico. De manera paralela se ha objetivado un aumento de los efectos adversos a largo plazo. Las complicaciones cardiovasculares junto con la recurrencia de los tumores son las más importantes causas de morbimortalidad en estas pacientes.

La actividad física se asocia a menor riesgo de enfermedad cardiovascular en la población general. Sin embargo, existe una menor evidencia sobre si la actividad física puede disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) en pacientes con cáncer activo y supervivientes ya que el mecanismo fisiopatológico de la cardiotoxicidad puede ser diferente al de los factores de riesgo tradicionales.

La relación entre la actividad física, el strain longitudinal global (SLG) y la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) es actualmente desconocida.

El objetivo de este estudio es evaluar la asociación entre la actividad física habitual y la disfunción ventricular en mujeres supervivientes de cáncer de mama. Para ello se recogieron datos de pacientes participantes en el estudio HARBOR. En total seleccionó una cohorte de 559 mujeres supervivientes de cáncer de mama que recibieron tratamiento entre los 40 y 50 años. Se evaluó la asociación entre la actividad física, el SLG y la FEVI.

Las pacientes incluidas tenían una mediana de edad de 55,5 años y una media de tiempo desde la finalización del tratamiento de 10,2 años. Los resultados obtenidos fueron unos valores de SLG menos favorables en supervivientes inactivos (?17,1%) frente a los moderadamente inactivos (?18,4%), moderadamente activos (?18,2%) y supervivientes activos (?18,5%), con una diferencia significativa entre activos frente a inactivos (?= ?1,31 intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: ?2,55 a ?0,06). Además, los moderadamente activos (n = 57/130) y activos (n = 87/124) tienen un riego significativamente menor de tener un GLS anormal (normal >?18%) comparado con los supervivientes inactivos (n = 17/26), riesgo relativo (RR) 0,65 (IC 95%: 0,45-0,94) y RR 0,61 (IC 95%: 0,43-0,87), respectivamente. La FEVI no se asoció a cambios con la actividad física.

Los autores concluyen que en pacientes supervivientes de cáncer de mama, los niveles de actividad física están asociados a una mejoría del GLS, pero no de la FEVI, observando un mayor beneficio en aquellas que realizan alguna actividad física frente a ninguna. Estos hallazgos sugieren que la actividad física habitual supone un beneficio en la salud cardiovascular, especialmente en supervivientes inactivos.

.@evagcamacho: “En supervivientes de cáncer de mama los niveles de actividad física están asociados a una mejoría del SLG, no de la FEVI, observando mayor beneficio en aquellas que realizan alguna actividad física”. #BlogSEC Tuitéalo

Comentario

Este estudio analiza la relación entre la actividad física y la función ventricular en supervivientes de cáncer de mama. Las pacientes pertenecen al estudio HARBOR (Identifying Subgroup With High Cardiovascular Risk in Breast Cancer Survivors), un estudio transversal realizado en los Países Bajos en el que se analiza la disfunción ventricular a largo plazo en supervivientes de cáncer de mama a los 5-7 años y los 10-12 años del tratamiento. Incluyen pacientes con cáncer de mama estadio I-III o carcinoma ductal in situ tratados o no con antraciclinas y diagnosticadas entre los 40-50 años. Se excluyeron pacientes con radioterapia o quimioterapia previa y enfermedad cardiovascular (ECV) previa al diagnóstico.

Las pacientes (n = 559) están bien caracterizadas, se recogen los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes), tabaquismo, índice de masa corporal (IMC), dosis acumulada de antraciclinas, lateralización de la radioterapia y uso de trastuzumab; y se clasifican en función del nivel de actividad física usando el índice de Cambridge. Resulta llamativo que tan solo existen 28 pacientes (5%) en el grupo de inactivos, presentando 127 (22,7%) en moderadamente inactivos, 154 (22,5%) en moderadamente activos y 250 (44,7%) en activo. Si bien esto parece estar relacionado con la alta tasa de actividad física dentro de la población danesa, quienes representan la población más activa del mundo.

Respecto a los factores de riesgo CV, la hipertensión es el más prevalente, estando presente en un 37,7% de las pacientes. Es importante destacar que el grupo de las pacientes inactivas tiene una mayor prevalencia de todos los factores de riesgo, así como una mayor tasa de tabaquismo activo y mayor índice de masa corporal (IMC), siendo de 29,3% en inactivos con una media global del 25,9%. Sin embargo, estos datos, comentan los autores, han de ser evaluados con cuidado debido al bajo número de participantes en el grupo de inactivas.

Los objetivos ecocardiográficos, medidas del SLG y la FEVI (preespecificada como deprimida y normal), fueron analizados en dos laboratorios de referencia neerlandeses. Los hallazgos de este estudio son relevantes desde el punto de vista de la cardio-oncología, ya que, aunque no se muestran diferencias significativas en la disminución de la FEVI (normal en el 94%), sí se objetivan alteraciones en el GLS en más del 44% de las pacientes y muestran diferencias estadísticamente importantes en pacientes moderadamente inactivas y moderadamente activas frente a las inactivas.

Estos datos son concordantes con diferentes estudios previos donde se objetiva que la disminución de la FEVI por debajo de valores considerados normales a los 10 años tras el tratamiento es infrecuente (alrededor de un 2,6%) y pone en valor la posible utilidad del SLG como marcador de disfunción ventricular subclínica a largo plazo.

Actualmente, utilizamos FEVI y SLG para valorar la posible cardiotoxicidad aguda durante el tratamiento, pero ¿sería recomendable utilizar de manera rutinaria el SLG durante el seguimiento tras el tratamiento quimioterápico? Los autores concluyen que sí, aunque se requieren más estudios al respecto. Se apoyan en que existen estudios que han demostrado que el SLG es un predictor mejor de mortalidad por todas las causas que la FEVI.

Debido a que se trata de un estudio transversal no se puede descartar que el empeoramiento de la función cardiaca se deba a los bajos niveles de actividad física. No parece probable por tres motivos: el primero es el efecto protector de la actividad física en la disfunción ventricular subclínica que es plausible por los resultados de estudios preclínicos que apoyan la teoría, incluso asociando el beneficio a una menor acumulación de quimioterápico intramiocárdico en sujetos activos. Segundo, es poco probable que el deterioro del SLG con FEVI normal sea sintomático y produzca una limitación funcional. Tercero, el efecto beneficioso de la actividad física en disfunción ventricular en sujetos sin cáncer es algo ya establecido.

El estudio tiene varias limitaciones. En primer lugar, no todas las actividades físicas están recogidas en el cuestionario, no se pudo estimar la cantidad de calorías/día, la actividad física fue reportada por las pacientes lo que pudo llevar a una mala clasificación de la actividad, no se pudo realizar el análisis específico de pacientes con tratamiento combinado antraciclinas y trastuzumab por tratarse de un número reducido de pacientes.

De acuerdo con el editorial de Kirkham et al., acompañante al artículo, es intrigante la observación del empeoramiento del SLG una década posterior al tratamiento. Para poder determinar la reducción del riesgo de las intervenciones como la actividad física deben realizarse estudios en los que se evalúen los cambios en el SLG, además de la FEVI, como marcador de disfunción subclínica que incluyan el seguimiento desde el inicio del tratamiento y un seguimiento extenso.

En resumen, los mayores niveles de actividad física se asocian a menor disfunción cardiaca cuantificada con SLG, no de FEVI, independientemente del riesgo cardiovascular y el tratamiento cardiotóxico recibido en supervivientes del cáncer de mama, pero deben realizarse más estudios al respecto. Además, todos estos datos apoyan que se debe seguir estudiando el papel del SLG como método de detección de la disfunción cardiaca subclínica en pacientes supervivientes de cáncer.

“Se debe seguir estudiando el papel del SLG como método de detección de la disfunción cardiaca subclínica en pacientes supervivientes de cáncer”, señala @evagcamacho. #BlogSEC Tuitéalo

Referencia

Physical activity and cardiac function in long-term breast cancer survivors: A cross-sectional study

  • Willeke R. Naaktgeboren, Wim G.Groen, Judy N. Jacobse, Lars C.Steggink, Annemiek ME Walenkamp, Wim H.van Harte, MartijnM Stuiver, Neil K.Aaronson, Berthe MP Aleman, Peter van der Meee, Michael Schaapveld, Gabe S.Sonke, Jourik A. Gietema, Flora E. van Leeuwen, Anne M. May.
  • J Am Coll Cardiol CardioOnc. null2022, 0 (0).

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