Reducir el riesgo de recaída en estadios iniciales, objetivo y necesidad en cáncer de mama

Por Administrador SESPM

Reducir el riesgo de recaída en estadios iniciales, objetivo y necesidad en cáncer de mama

Fuente: www.elglobal.es

El cáncer de mama es el tumor más frecuente entre las mujeres. Se estima que solo en 2022 se diagnosticaron 34.750 nuevos casos, según el informe ‘Las Cifras del Cáncer 2022’, publicado por SEOM. De hecho, tal y como se expuso en el debate de actualidad “Abordaje actual y futuro del cáncer de mama en estadios iniciales y el alto riesgo de recaída”, organizado por Fundamed con la colaboración de Lillyuna de cada ocho mujeres desarrollará este tipo de tumor.

“Afortunadamente, alrededor del 90 por ciento de los tumores se detectan en estadios iniciales”, señala Vega Iranzo, oncóloga médica en el Consorcio Hospital General Universitario de Valencia, quien destaca, además, que el 70 por ciento de todos los casos de cáncer de mama son hormonodependientes, denominados luminales, es decir, con elevada expresión del receptor de estrógenos y HER2 negativo.

A pesar de su mejor pronóstico, Iranzo apunta a la importancia de contar con “nuevas estrategias para ser más eficaces y garantizar la curación ya que, aunque que en muchas ocasiones ya estaría conseguida solo con la cirugía, existe la posibilidad de que se produzcan recaídas”.

Riesgo de recaída

“Cada tipo de tumor tiene su curva de recaída”, explica Meritxell Bellet, oncóloga médica en Grupo de Cáncer de Mama y Melanoma del Hospital Vall D’Hebron y VHIO (Vall d’Hebron Institue of Oncology). Y es que aproximadamente un 30 por ciento de las personas diagnosticadas en estadio inicial sufrirá una recaída local o a distancia a lo largo de su vida. “Muchas recaídas se dan durante los primeros 5 años, pero también ocurren incluso a partir de los 10”, señala la oncóloga.

Por su parte, Iranzo añade que hay distintas tasas de riesgo de recaída porque los tumores no son todos iguales. “Tienen diferentes características biológicas y clínicas que hacen que unos sean más agresivos que otros”, apunta. La experta afirma que hasta en el 20 por ciento de las pacientes que presentan ganglios afectos tenga recaída, siendo la afectación ganglionar uno de los principales factores de riesgo. Además, “entre el 20 y el 30 por ciento de las recaídas se producirán más allá de los 10 años después del diagnóstico inicial, sobre todo, las pacientes luminales, que, aunque de entrada probablemente son tumores menos agresivos, pero las recaídas aparecen más tarde”, expone.

En cuanto al perfil del paciente, Iranzo señala que el cáncer de mama es una enfermedad que suele aparecer en la postmenopausia. En concreto, Bellet indica que “un tercio son premenopáusicas y dos tercios, postmenopáusicas”.

A pesar de que la media del diagnóstico está en torno a los 60 años, también se puede dar en mujeres jóvenes. “El cáncer de mama supone un 15 por ciento de todos los diagnósticos que aparecen en menores de 40, pero realmente no es una enfermedad de jóvenes, sino de una mujer más mayor”, explica Iranzo.

Aumentar la edad en los cribados

Un diagnóstico a tiempo es clave. Por ello, las oncólogas resaltan que los cribados son fundamentales en cáncer de mama. Pero el programa de cribados acaba a los 70 años, según indica Bellet, y con la edad se incrementa el riesgo. Así tenemos, por una parte, una curva de incidencia que continúa ascendiendo con la edad y, por otra, una falta de cribado en la población mayor. Esto se traduce en un diagnóstico tardío, cuando el tumor ya es claramente palpable o incluso localmente avanzado”.

En este sentido, Iranzo señala que en la Comunidad Valenciana el cribado actual abarca desde los 45 hasta los 70 años, pero ya han empezado a aumentar hasta los 75 años. “Realmente, son muchas las pacientes que diagnosticamos más tarde y con el tumor más evolucionado”, expone.

Y es que cada vez hay más tumores en pacientes mayores, pues la incidencia aumenta a medida que la población envejece. Así, Bellet considera que es clave la participación de un geriatra en el equipo multidisciplinar porque “aporta una idea clara de qué problemas pueden aparecer, qué pronóstico vital tiene por su comorbilidad y estado funcional o si la paciente tiene un alto riesgo de presentar complicaciones ante tratamientos agresivos”. “Eso nos ayuda a decidir la estrategia terapéutica más adecuada en cada caso”, agrega.

Ambas expertas denuncian que apenas hay establecidas vías rápidas para atender a posibles pacientes con cáncer. “Existe un código ictus, pero no para la mayoría de pacientes oncológicos”, lamenta Bellet.

En este sentido, Iranzo pone de manifiesto que, aunque los oncólogos cuentan con “mucha colaboración” por parte de enfermería y otros especialistas implicados en el manejo de los pacientes oncológicos, les gustaría “tener más implicado al médico de atención primaria”. En esta línea, Bellet resalta que Lilly tiene un programa de acceso de pacientes con una enfermera las 24 horas para poder consultar síntomas derivados del tratamiento con abemaciclib, “como ayuda complementaria a los servicios sanitarios”.

Adherencia al tratamiento

“La enfermedad luminal, por definición, es la que mejor pronóstico tiene y luego da sorpresas al cabo de unos 10 años. Esas pacientes, por la a priori indolencia de la enfermedad o el buen curso del tratamiento, pueden no tener tan presente la gravedad de su situación o abandonar los tratamientos adyuvantes muchas veces y con el tiempo pueden recaer, aunque sea poco frecuente”, advierte Alejo Cassinello, director médico del área de Oncología de Lilly.

“Según los datos, tenemos un 60-70 por ciento de adherencia al tratamiento hormonal adyuvante según las series”, apunta Iranzo, quien incide en que es preciso insistir en la importancia de cumplir con las indicaciones terapéuticas.

Un aspecto que dificulta la adherencia a los tratamientos hormonales adyuvantes es la toxicidad de los mismos. “El objetivo de la hormonoterapia es disminuir la cantidad de hormonas femeninas, por lo que las mujeres pueden experimentar sofocos, deshidratación, piel seca, pérdida de cabello, sequedad vaginal, disminución de la libido, cansancio…”, argumenta la oncóloga. “Es difícil mantener el tratamiento hormonal de manera constante. La paciente debe tener muy presente el riesgo de una posible recaída para mantenerla”, concluye. Asimismo, este tipo de pacientes, que son de riesgo, ya han recibido quimioterapia, y la hormonoterapia en este contexto supone “un factor de cansancio adicional”, agrega Bellet.

En este contexto, abemaciclib, un inhibidor de ciclinas de Lilly ya aprobado en España para estadios metastásicos de cáncer de mama luminal, con expresión de receptor hormonal (HR+) y HER2 negativo (HER2-), se presenta como una nueva y beneficiosa opción terapéutica para estas pacientes en estadios iniciales. En Europa ya está disponible para el tratamiento adyuvante, en combinación con terapia endocrina, en personas con cáncer de mama en estadio inicial con alto riesgo de recaída y fenotipo luminal HR+ HER2-, una autorización aún pendiente en España. Según el estudio Monarch-E, abemaciclib mejoró significativamente la supervivencia libre de recaídas locales y a distancia de las pacientes en combinación con hormonoterapia. “Es un fármaco muy potente, sinérgico con la hormona y que tiene su mayor actividad en pacientes con resistencia endocrina primaria, es decir, que recaen pronto”, apunta Bellet.

Esta nueva opción supone una mejora en este campo, pues “apenas se han producido avances en los últimos años en adyuvancia para este tipo de tumores”, indica Cassinello. Los tres expertos coinciden en la idea de priorizar y poner más esfuerzos en las estrategias adyuvantes.

“Añadir dos años de abemaciclib al tratamiento inicial muy probablemente nos va a cambiar la supervivencia”, afirma Iranzo. Es cierto que al añadir a un tratamiento un nuevo fármaco podemos incrementar la probabilidad de interacciones o algún síntoma adicional, asevera Cassinello, pero si estos nuevos fármacos que mantienen un perfil de seguridad tolerable aportan una mayor calidad de vida y mayor eficacia en cuanto al control del tumor, “el balance beneficio-riesgo es muy favorable y abemaciclib es un claro ejemplo de ello”.

Investigación e innovación en España

En cuanto a oncología en general, Cassinello ha destacado que España cuenta con una red de investigación muy establecida, con grupos “cooperativos que trabajan en la misma dirección, aunando esfuerzos” y mucha colaboración público-privada. “Hay un tejido que permite, desde hace décadas, que España sea una de las plataformas más eficientes para realizar ensayos clínicos, que aportan datos de muchos pacientes y de gran calidad”, apunta el experto de Lilly.

“España es un gran contribuidor de datos científicos y en oncología representa el 50 por ciento del esfuerzo investigador de Lilly de entre todas las áreas terapéuticas. Por ello, nuestra compañía tiene mucho interés en invertir en investigación en oncología en España”, indica Cassinello.

Sin embargo, nuestro país debe mejorar en cuanto al acceso a los tratamientos. Según el último informe WAIT (Waiting to Access Innovative Therapies) elaborado por IQVIA para la EFPIA (European Federation of Pharmaceutical Industries and Associations), de 2017 a 2022 la Comisión Europea aprobó 41 medicamentos para el cáncer, de los cuales solo 25 se encuentran disponibles en España (y el 40 por ciento de ellos tienen algunas restricciones en su uso). Además, estos medicamentos necesitan 469 días, de media, para estar disponibles en España.

Por tanto, Cassinello considera que “si realmente un fármaco es novedoso frente a una diana que no se tenía identificada o que puede salvar la vida de pacientes, merece la pena trabajar para reducir los tiempos de aprobación”.

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