Terapias mínimamente invasivas en el cáncer de mama

Por Administrador SESPM

Fuente: www.efesalud.com

El estadio en el que se diagnostica el cáncer de mama influye en la supervivencia de las pacientes: más del 98% de los casos se observan en estadio I (el tumor mide menos de dos centímetros y no se ha propagado fuera de la mama). En estadio III (mide alrededor de cinco centímetros y se ha diseminado) el dato desciende, por desgracia, hasta el 24% de las mujeres.

El cáncer de mama en el varón representa el 0,1% de todos los cánceres mamarios (en mujeres y hombres) y solo alcanza un 0,2% en niveles de mortalidad.
Desde los años 70, apunta la SEOM, cada desarrollo médico contra el cáncer ha provocado un aumento del 20% en la supervivencia general de la población diagnosticada.

Y con el mismo ímpetu divulgativo de siempre, micrófono en mano, nuestra doctora Carmen Sala, subraya que, a pesar de esta maldita crueldad biológica, “no todos los cánceres de mama son igual de letales o mutilantes para las mujeres”, más aún cuando nos fijamos en ese 98% de casos detectados en estadios iniciales.

“Disponemos de una batería de avances constantes en tecnología diagnóstica y nuevos conocimientos terapéuticos, tanto en cirugía, radioterapia, quimioterapia o inmunooncología (uso de organismos vivos o versiones reproducidas en laboratorio). Cada vez más y más, invadimos muchísimo menos el cuerpo de las mujeres”, expone con firmeza y claridad.

“Es más -puntualiza el doctor Amselem Amselem-, no solo la cirugía actual nada tiene que ver con la de antaño, muy agresiva, sino que ahora predominan el trabajo multidisciplinar, tanto con el especialista en oncología médica como en cirugía plástica, y el minimalismo más absoluto para conservar todos los tejidos mamarios y que cualquier mujer salga del quirófano casi igual, o mejor, a como entró, entera y orgullosa”.

Es uno de los rasgos más humanos del doctor Amselem: “Su pasión por la salud y el bienestar de las mujeres en el más amplio sentido de estas dos palabras”, nos desvela la ginecóloga.

Se le nota hasta en los detalles. Con frecuencia, antes de comenzar una operación de cáncer de mama, coge una de las manos de la paciente y pone la otra en el hombro de esa mujer.

“Es una forma de transmitirle serenidad. De entregarle mi energía. Que la mujer entienda que estoy en el quirófano para ayudarla; que en ese momento ella es lo más importante para mí”, confiesa Carlos Amselem.

¿Y qué son los factores pronóstico en el cáncer de mama?

Las mujeres saben “perfectamente” que tienen que acudir a consulta una vez al año para realizarse una mamografía, siempre con el objetivo principal de diagnosticar de forma precoz una tumoración en la mama a través de radiología de alta resolución y de muy baja radiación.

“Es un claro ejemplo del factor pronóstico en la lucha contra el cáncer de mama -asegura el cirujano-. En un principio, descubríamos tumores benignos y malignos; con el paso del tiempo se averiguó que no todos los cánceres eran igual de malos y la ciencia empezó a ponerles apellidos, como carcinomas ductal y lobulillar, ya sean in situ o invasivos”.

“Más tarde, se concretó que había tumores sensibles a las hormonas (estrógenos y progesterona), que tenían receptores HER2 (mutación genética que produce exceso de esta proteína), o que su origen se centraba en los genes BRCA 1 y 2… Es decir, con el paso del tiempo se puedieron analizar y etiquetar su grado de perversidad”, explica.

Y son los factores pronóstico los que multiplicaron a la enésima potencia la importancia de la oncología médica y los test genéticos.
“Protagonistas vitales. En el pasado apenas intervenían, pero en la actualidad deciden no solo el tratamiento a seguir en cada caso individualizado, sino la estrategia combinatoria más efectiva en el empleo de la tecnología y farmacología más avanzada, sea química o biológica”, recalca el doctor Carlos Amselem.
“La médica oncóloga o el médico oncólogo son superespecialistas con los que trabajamos íntimamente. Cualquier decisión la tomamos de forma consensuada. Entre todas las partes implicadas se obtiene la mejor solución para la paciente de cáncer de mama”, añade el cirujano.

“En cuanto a los test genéticos -completa-, podemos decir que nos encontramos ante la verdadera medicina de precisión. Saber de antemano cómo evolucionará un cáncer maligno o si tiene capacidad de invadir el resto del cuerpo, es algo que solo se define con una frase: una maravilla del siglo XXI”.

¿Entonces, son útiles los famosos marcadores tumorales?

“Todavía no han cumplido al 100% los parámetros de exactitud que debemos exigir a una prueba que determina la vida de una persona. Hay que tener mucho cuidado con los resultados positivos de los marcadores tumorales, puesto que solo indican que existe alguna inflamación orgánica. Si no manejamos bien estos datos solo causaremos daños innecesarios a las pacientes”, asegura.

Los marcadores tumorales son sustancias (en sangre, fluidos corporales, materia fecal y orina -biopsias líquidas- o tejidos -biopsias sólidas-) que desprenden las células cancerosas o las células sanas ante el desarrollo de un tumor.

Estos rastros de información genética son en su mayoría proteínas y una alta concentración de ellas, por ejemplo, podrían indicar un tumor maligno, sin serlo. Por este motivo, y de momento, los marcadores tumorales ayudan a diagnosticar y, sobre todo, a controlar algunos tipos de cáncer con el fin de planificar las terapias más acertadas para cada caso.

“Algún día, eso sí, y a través de una simple biopsia líquida -sangre-, obtendremos un marcador de dna fiable que detecte células tumorales. Sabremos con total certeza si existe o no un cáncer y de qué tipo, algo que está a punto de ser una realidad. Pero hasta que no salga a la luz esa feliz noticia, prefiero decir que no es útil porque genera ansiedad”, insiste.

“De lo único que estoy seguro es de que que la cirugía más o menos mutilante desaparecerá del protocolo de la lucha contra el cáncer de mama”, concluye el galeno.

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